Dos críticas teatrales de ELECTRA
El
pasado martes 12 de abril, los alumnos del instituto Ramon Llull
asistimos
al teatro
romano
de Sagunto, donde pudimos disfrutar
de la obra “Electra”, de Sófocles,
interpretada por el Grupo Párodos de Talarrubias
(Badajoz).
La
obra estuvo
muy bien adaptada, fiel al texto original, apenas cambiaban algunas
expresiones y palabras. Sin embargo, fue al final de la
representación cuando añadieron algunas escenas que no constan en
el texto, como el coro cantando en griego y la muerte de
Clitemnestra, que modifica totalmente el final de la obra, ya que
aparece Electra con las manos ensangrentradas, escena que tampoco se
encuentra en el libro. El
escenario no disponía prácticamente
de
decorados, a excepción de una especie de lona con forma circular. Al
ser un espacio abierto, se aprovechaba totalmente la iluminación
natural. Los actores vestían de un modo sencillo. El coro llevaba
una túnica en tonos grises ceñida al cuerpo por un cinturón negro.
Electra vestía toda de negro, con un vestido al parecer de seda.
Orestes, con leotardos negros, una falda de terciopelo de flecos y un
peto de piel en forma de coraza. Clitemnestra vestía una túnica
blanca con una cinta ceñida a la cintura. Ninguno de ellos iba
calzado, y todos vestían acordes a la época que representaban.
En
cuanto a la puesta en escena, el coro estaba compuesto por diez
chicas totalmente sincronizadas y con muy buena afinación. Los
actores secundarios (Egisto, el Pedagogo
y Pílades) hicieron una buena actuación, aunque en el caso de
Pílades, su papel era más bien presencial, carente de texto, pues
su aportación a la obra era mínima y en
su ausencia el espectáculo prácticamente no hubiese cambiado.
Egisto tampoco hizo muchas apariciones, pasaba bastante
desapercibido, hasta la escena en la que ve a Clitemnestra muerta,
asesinada por su propio hijo Orestes; en ese momento adquiere
notoriedad el papel de Egisto. Los actores principales (Electra y
Orestes) realizan una muy buena actuación, en especial Electra,
tanto por sus movimientos como por su dicción. Orestes, a pesar de
hacer
una buena actuación, no disponía de la misma facilidad
interpretativa, ni en gestos ni de palabras, que Electra.
En
resumen el escenario era ideal para representar la época en la que
transcurre la obra. El vestuario era sencillo, pero muy acertado, y
la interpretación, para ser un grupo con personas de corta edad
(entre 15 y 17 años), y posiblemente sin ser profesionales, muy
buena.
Personalmente,
me ha gustado mucho la obra, incluso más que el libro, por los
añadidos de la directora que encuadran perfectamente en la síntesis
de la obra y que quizás completan, ya que el libro no deja del todo
claro el final.
Anna Cardona, 4º ESO A
El martes 12 de abril pudimos ver, en el restaurado teatro romano de Sagunto, la representación de Electra, de Sófocles, de la mano del grupo Párodos, del IES de Talarrubias; Badajoz..
La dirección eligió ser bastante fiel al guión que, aunque era una versión con menos texto, decía exactamente lo mismo que la lectura, cosa que no dio lugar a sorpresas mayores, pero tampoco a fallos. El primer cambio evidente pudimos verlo en el reencuentro entre Electra y Orestes, cuando el coro cantó en greigo mientras realizaba la entrega del "difunto" Orestes. Sí pudimos ver retoque leves del texto durante la obra, que no cambiaron la trama ni las ideas planteadas en el libro. Vimos otra aportación mayor en la última escena, donde Electra acaba bañando sus manos en la sangre de su madre (Clitemnestra), lo que añade un toque dramático y oscuro que, a mi parecer, magnifica el punto final de la obra, haciendo una justicia que el público casi demandaba por la empatía ante las barbaridades a las que Clitemnestra sometía a su hija durante la representación. Otro detalle que llamó la atención de muchos, incluida la mía, fue la pintura blanca de cara que llevaban algunos actores. Qué decir, me gustó el detalle y la fidelidad a lo clásico. Por otro lado, hubo un recorte de texto (en comparación al libro) en la escena en la que Electra y Crisótemis, su hermana, interactúan por primera vez en la obra y discuten sus diferencias éticas, lo que dio ligereza a la actuación y me pareció acertado.
El escenario no contó con atrezzo ni iluminación: el imponente sol fue suficiente para "impresionarnos" a todos. El vestuario fue bastante discreto, sacado directamente de la Grecia antigua, con ropas oscuras para Electra, Orestes y Pílades, el conjunto que derrota con furia a los antagonistas (Clitemnestra y Egisto). El Pedagogo fue el único que, junto a su túnica marrón, portaba un cayado de madera que servía como apoyo al caminar y que, como caracterización, tenía el cabello pintado de blanco. Las chicas del coro vestían de forma idéntica, con vestidos de colores más claros (gris y blanco) que armonizaban con la pintura blanca con las que las habían pintado, simbolismo que hacía homenaje a las máscaras que solían llevar los actores en la Grecia antigua. Clitemnestra y Egisto vestían de color hueso, color claro que captó mi atención por ser totalmente opuesto al negro de Electra y Orestes. Para acabar de redondear el simbolismo dado con el vestuario, reflejo de las relaciones entre personajes, la hermana indecisa de Electra y Orestes, Crisótemis, hija también de Clitemnestra, la misma que no podía decantarse por ninguno de los dos bandos, vestía un color intermedio, el gris.
Vimos un Pedagogo un tanto nervioso al abrir la primera escena, lo cual fue totalmente perdonable, aunque no me pasó desapercibido. Opino que debería haber pisado un poco más fuerte para atraer la atención del público desde un primer momento, algo muy importante cuando presenciamos una representación teatral. Deslumbrante fue la interpretación de Electra, que bordó las escenas donde su personaje experimenta sentimientos muy fuertes, ya fuera la tristeza de saber que su hermano había muerto, la furia contra los asesinos de su padre (su madre y el amante de ésta), o la alegría en escenas contadas: al descubrir que Orestes seguía vivo y que por fin estaba a su lado (anagnórisis), y cuando su madre y Egisto habían muerto por fin. Me pareció muy realista y consiguió que el público empatizara con ella (personalmente deseaba que hubiera podido sonreír más durante la obra, aun cuando sé que ese no es su papel, ya que por su semblante siempre parecía alicaída), algo digno de admiración que siento la obligación de aplaudir.
Debo resaltar mi decepción al comprobar la falta de espíritu en la actuación de Orestes que, a mi parecer, no resultó tan brillante como lo fueron otras (la fuerza de una Electra rota, la sincronía del coro). Es cierto que el papel de Orestes no podía dar mucho de sí, ya que tenía que pasar por mensajero y colarse en el palacio de incógnito, menos en unas pocas escenas, que exigían acción y fuerza bruta y que podrían haber compensado la falta de carácter anteriormente criticada, si no fuera porque para mí fue solo eso: acción cuando tocó y falta de emoción al repetir unas líneas que al parecer estaba citando de memoria. Remontó un pco en las escenas finales, que, como ya he dicho, exigían un poco más de sentimiento (más concretamente ira), pero no me convenció cuando se reunió con su hermana Electra ni cuando empezó la obra, dando así una mala visión del conjnto desde el principio que el resto de elementos pudieron hacerme olvidar... hasta que volvía a salir a escena.
Clitemnestra tampoco acabó de convencerme. Me daba la sensación de que la fuerza del pewrsonaje iba y venía según qué escena, lo que me hacía pensar en la actriz y no en el personaje, y eso me sacaba un poco de la obra.
Egisto tuvo un papel muy poco agradecido, ya que solo le pudimos ver en la escena final de la obra, que no acaba muy bien para él. Ve a su amante (Clitemnestra) muerta en el suelo, asesinada por Orestes, y él acaba del mismo modo en poco tiempo. Fue una aparición breve, pero digna de recordar.
Grosso modo, me pareció una obra muy bien representada (a pesar del calor sofocante que sufrimos esa mañana, y la falta de calzado de los actores sobre un escenario ardiente), aunque con pequeños toques amargos que no me dejaron disfrutarla como había esperado.
Mónica Fasanar Bixquert, 4º ESO A
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