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Diccionario ideológico de Julio Casares

Hasta ahora, nunca había utilizado un diccionario más allá de esos “nivel básico” en primaria. Las pocas veces que había tenido necesidad de uno, una rápida búsqueda en internet fue suficiente para apagar mis dudas, o abastecerme de algunos sinónimos en todavía más escasas ocasiones. Así era la cosa hasta que me di cuenta que la idea que tenía sobre muchas palabras era errada o imprecisa y que los conocimientos que obtenía de estas búsquedas me eran muy útiles para realizar ejercicios de expresión y escritura en clase. Por tanto, me decidí a tomar un diccionario, ya que me daba más confianza que la difusa red, y podía utilizarlo sin levantarme de la cama mientras leía. Así me topé con el Diccionario ideológico de la lengua española, de Julio Casares.

Existen los clásicos diccionarios de definiciones, como el Diccionario de la Real Academia Española; diccionarios etimológicos, como el de Joan Corominas, que nos indican el origen de las palabras; diccionarios de dudas y diccionarios de uso, como el famoso María Moliner. En este caso, se trata del diccionario ideológico de referencia para la lengua española, creado por Julio Casares durante 25 años para ser publicado alrededor de la década de los 50. La cualidad de este diccionario es que, como muestra su subtítulo, nos lleva de la idea a la palabra y de la palabra a la idea. Así, puede ser de gran utilidad para un escritor que busca desesperadamente la palabra exacta para culminar su personaje cuando sólo tiene la idea que ésta le transmite o, por otro lado, para acudir a la idea que el personaje debe transmitir y así abastecerse de palabras variadas que se ajusten a ella. Para mayor utilidad, incluye un diccionario ordinario de significados que nos remite a la parte ideológica donde se encuentran los campos léxicos. Un todo en uno. Pongamos un ejemplo para facilitar el entendimiento del mecanismo básico del diccionario:

Un alumno se queda con el boli en el aire mientras realiza una descripción a última hora para la clase de lengua. Su personaje se le aparece con un traje raído y lleno de manchas, por ejemplo. Esto le evoca ideas de desaliño y suciedad, pero las palabras no acuden en su ayuda. El alumno, vago pero inteligente, recurre al diccionario ideológico y, más concretamente, a los grupos que se corresponden con las ideas escogidas, desaliño y suciedad. Allí encontrará multitud de palabras que se ajusten a su personaje y que podrá utilizar, y se topará, al cruzar los dos grupos, con la palabra sórdido, que se corresponde a ambas ideas. Si el alumno es curioso, podrá aprender varias palabras de estos grupos ideológicos inacabables, y se verá arrojado, gracias al continuo juego de enlaces entre palabras e ideas que el diccionario ofrece, a otros grupos todavía más extraños y tupidos, a la vez de útiles, que le revelen la fuerza del lenguaje y la literatura. Si no es tan curioso, al menos sacará buena nota. Mayoritariamente esto es suficiente. 

Alejo Juan Montesinos, 2º Bchto A

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