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La diosa Beleça

Hace mucho mucho tiempo el mundo era ácido, oscuro, sin luz. Entonces de la nada apareció una preciosa estrella que alumbró todo el universo. Resultó ser una Diosa, la Diosa Beleça.
La Diosa Beleça era una mujer ágil, con mucha personalidad, una cara angelical y una gran melena que poseía el poder de la creación. Cuando la fabulosa Diosa vio un planeta, un planeta oscuro, sucio y apagado como era la tierra, decidió detenerse y hacerlo suyo, para decorarlo y darle vida. Le dio unas cuantas vueltas para estudiarlo y pensó que lo primero que tenía que tener era agua para lo cual derramó muchas lágrimas  de alegría creando océanos y ríos.
Después de esto el planeta empezó a coger forma pero aún se veía oscuro y apagado y pensó en crear verdes praderas y frondosos bosques. Con un mechón de su cabello hizo un pincel y fue decorando las áridas montañas. Con otro mechón dibujó las frutas de los árboles y las flores.
Observó su creación y le gustó, pero aún estaba oscuro y frío, así que tomó su pendiente brillante y lo colgó en el cielo para que iluminara la noche y para dar calor al planeta puso sus radiantes ojos que lo vigilarían mientras ella no durmiese. Con su collar de perlas iluminó el oscuro cielo haciendo las estrellas.
Cuando todo el decorado estaba perfecto vio que le faltaba lo más importante, los seres vivos que debían cuidar de él. Moldeando las rocas y algunas plantas fue creando todo tipo de animales. A unos les enseñó a cantar y volar, a otros a nadar, y a otros a correr y saltar a cambio de que cuidaran el planeta que tanto esfuerzo le había llevado.
Al poco tiempo se dio cuenta de que ninguno de estos animales podía apreciar este maravilloso planeta. Vio dos árboles enormes que destacaban entre el resto y sin pensarlo los envolvió con su melena dándoles vida y forma similar a la suya, pero estos estaban limitados, es decir, no eran dioses; eran mortales. Les llamó hombre y mujer.
Le explicó al hombre y a la mujer que eran los encargados de cuidar y mantener su planeta y si no cumplían con su misión los castigaría con enfermedades y catástrofes naturales.
Dicho esto tomó su antigua forma de estrella y desapareció prometiendoles que volvería y vigilaría.

Enrique Segrelles, 1ª Bchto A

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