Header Ads

2ª Premio del XXXI Concurso Literario Dpto. Castellano: Alejandro Gutiérrez. 1º Bchto B

LA DESTRUCCIÓN DEL PLANETA




Mi madre, cuando le hemos hecho mi hermano o yo algo malo, nos dice aquel refrán de “cría cuervos y te sacarán los ojos”. En mi caso opino que no es verdad, pero creo que es lo que está pasando con nuestro planeta Tierra. Porque, al fin y al cabo, que somos, los seres humanos, si no hijos de la Tierra, y que es la Tierra si no nuestra madre, y que es lo que estamos haciendo con ella, en agradecimiento por darnos la vida, si no matarla, destruirla.

La Tierra nos creó, es la cuna de la vida. Fue en ella donde se originó (en el único lugar, que sepamos hasta ahora), pacientemente, la acogió y la ayudó a crecer, a prosperar, a evolucionar. Tuvieron que pasar millones de años hasta que aparecieran los primeros animales y plantas, que poblaron tierras, mares y cielos, y muchos más hasta que la madre Tierra crease, por evolución del primate, a un animal singular, diferente, único, que pronto destacaría por encima de los demás. Hablo del ser humano, su mayor creación, tal vez verdugo.

Durante milenios, el ser humano ha sido definido como “el animal que piensa”. Desprovisto de habilidades específicas, a diferencia de sus compañeros del reino animal, fue capaz de crear, esa es la palabra clave. Creó, primero, armas para cazar o defenderse, utensilios para cocinar y demás artilugios para sobrevivir...pero con eso no le bastaba, debía controlar el mundo. Así pues, taló bosques, plantó cultivos, domesticó animales, explotó minas y con ello obtuvo materias para seguir creando, fabricando cosas con las que dominar más y mejor. Carros, casas, murallas, castillos, ciudades, reinos, imperios...todo fruto de un ser que un día fue una diminuta célula, y que ahora utilizaba, paradójicamente, todo lo que la madre Tierra le ofrecía, para dominarla y someterla a su voluntad.

Lejos de acabar, esto fue en aumento. El ser humano ha sabido cada vez mejor cómo aprovechar estos recursos naturales para satisfacer de forma puramente egoísta sus necesidades, olvidándose de aquella que un día le dio la vida.

Pero más lejos de este uso abusivo y explotador de la Tierra y sus cualidades, y de si es moral o no aprovecharnos de ella y de sus recursos, sobre todo teniendo en cuenta que dichos recursos suelen ser seres vivos como nosotros, esta reflexión llega a un punto trágico. Porque por mucho que pueda pensar el hombre para crear bombas nucleares, almacenar cantidades ingentes de datos en microchips o construir naves que le lleven a la Luna, no es capaz de darse cuenta de que su afán controlador y conquistador está destruyendo la Tierra y por consiguiente, al propio hombre. Tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe. Devoramos el amazonas, bebemos ríos y pantanos, ennegrecemos con humo nuestro aire, dejamos el suelo vacío de minerales. Cavamos nuestra propia tumba.

Bueno, ya hemos visto cómo la inteligencia que la Tierra nos dió, derivada en egoísmo y ambición, se vuelve contra nosotros. Lo peor es, ¿y ahora qué?, ¿cómo arreglamos este desastre? Lo peor de todo esto es que tú o yo, poco podemos hacer. Y digo tú, porque dudo que estos papeles lleguen a la élite. Ni el alumno, ni el profesor, ni el panadero, electricista o científico, el pueblo en general, nada puede hacer, si es que quiere, por frenar el ritmo de destrucción del planeta. Son ellos, los de arriba, los que manejan la política, la economía o lo que está de moda, los que deciden también el destino del planeta. Todo se vuelve política. La misma historia de siempre, un pueblo que quiere ser dueño de su destino y que es regido por aquellos que poseen la peor de las creaciones humanas, el dinero. Sistema democrático, lo llaman; capitalismo podrido es lo que es, fruto también del egoísmo humano.



Lo que no debemos olvidar, es que esta lucha, tanto por un mundo justo, como por la existencia del mismo, no es contra una raza animal, como ha sido algunas veces, o contra unos extraterrestres, como salen en las películas. La lucha política y ecológica es entre el ser humano y si mismo, su rival más difícil.

Tal vez la solución para un mundo justo y duradero no sea la lucha entre los propios seres humanos, para que así los justos, los que piensan en el bienestar general y del planeta lleguen al poder, pues esto es difícilmente conseguible, y el corazón humano es fácil de corromper. Tal vez, hasta que el hombre en su conjunto, desde el barrendero hasta el que duerme en la Casa Blanca, deje a un lado su ego y ponga por delante su raza (humana) y su mundo, las cosas cambiarán. Será entonces, cuando el hombre sepa apreciar y agradecer al prójimo y a su planeta todo lo que le han dado, cuando el hombre sea realmente “el animal que piensa”

Cap comentari

Amb la tecnologia de Blogger.