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1º Premio del XXXI Concurso Literario Dpto. Castellano: Joan Dolz Mensua, 1º Bchto A

Dicen que hay infinitos universos paralelos, pero eso no es verdad. Hay muchos, muchísimos, pero no infinitos. Yo estuve en varios de ellos en mi época de comandante jefe, y si os soy sincero, la mayoría no tienen ninguna gracia, en algunos no hay ni vida ni la posibilidad de que haya; solo un vacío de energía oscura y antimateria contrayéndose y expandiéndose durante toda la eternidad. Pero no estoy aquí para describiros la nada, no se puede. He venido para explicaros las realidades que pudieron ser y no fueron, ese futuro que nunca nos llegó.
Empezaré por contaros qué fue lo que vi en el universo H-25, un universo sorprendentemente similar al nuestro. A diferencia de nuestra realidad, allí un país llamado Corea del Norte le declaró la guerra a lo que hoy sería la Confederación de Estados Americanos, por aquella época los Estados Unidos. Este hecho separó nuestras realidades, allí ya no existen las naciones, casi ni existe la vida. La guerra empezó como una pelea de niños, pero se fueron uniendo países hasta llegar a ser una guerra mundial. Todos estaban implicados. Todos reclutaban miles de soldados, pero pocos volvían a casa. La cosa empeoró cuando empezaron a usar armas nucleares, sería el 2020 más o menos cuando lanzaron la primera, a partir de ahí ya no pararon. Este universo es realmente aterrador porque era exactamente igual que el nuestro hasta ese momento. Podríamos haber sido nosotros.
También visité otra realidad donde la tecnología humana era, y supongo que todavía será, sorprendentemente avanzada: el universo E-2. En este viaje me encontré con una Tierra habitada por seres mitad hombre y mitad robot. Pero estos seres no eran como puedas imaginártelos, no tenían piernas hidráulicas ni cámaras en lugar de ojos. Estas curiosas criaturas eran robóticas por dentro y humanas por fuera. El único órgano humano que poseían era el cerebro, pero no todo. La gente llevaba unos aparatos enchufados a cada sección del cerebro que los conectaba a una red virtual. Todo el mundo tenía a su disposición inmediata cualquier información. Parece un mundo ideal ¿verdad? Pues fue el viaje en el que más miedo pasé. El placer de aprender no existía, cualquiera podía saberlo todo sólo con descargarlo. El sexo lo conocían únicamente por archivos antiguos y “sentir” no era para ellos nada más que una palabra olvidada entre los restos de una vieja tecnología llamada “libros”. Si tuviera que elegir una realidad en la que vivir, creedme que esta sería mi última opción.
Por último me gustaría hablaros de una travesía que hice por el universo A-286. Todo era igual que aquí hasta el año 2177. En ese año, el ingeniero Greg Musk, nieto del gran Elon Musk, consiguió alterar los resultados del “spin cuántico”, posibilitando así predecir cualquier fenómeno físico, desde el número de un dado al ser lanzado hasta nuestra llegada como visitantes en el 2202. Realmente es un universo ideal, ya que poco después de esta gran hazaña científica regularon su uso para que sólo pudieran predecirse hechos importantes a nivel global y que así la vida siguiera teniendo emoción. Sin duda alguna, este universo era, y es, único.
Pero después de todos los sitios que he visitado, me sigo quedando con este, mi lugar. Puede ser cierto que no tengamos la eficiencia de los robots ni podamos predecir el futuro. Pero no estamos tan mal, vivimos en tiempos de paz y podemos sentir el calor humano. Estoy acostumbrado a esto, a mi vida, a mi mundo. Por muchas realidades que haya, mi realidad siempre será única.

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