Perfección... ¿De qué tipo?
Cuando
un alumno se plantea el hecho de obtener la máxima nota en un examen
o prueba de cualquier tipo, ya sea en el colegio, en el instituto o
en la universidad, empieza a evaluar una serie de variables que le
permitirán saber si su objetivo a alcanzar es posible, difícil, o
francamente imposible. Estas variables son, por ejemplo: la
asignatura sobre la que se basa el examen, el profesor/a que la da y
su manera propia de corregirlos y el conjunto de materia que entra
para ese examen.
Pongámonos
en el caso de que el alumno pierde toda esperanza de sacar la máxima
nota y simplemente trata de aproximarse lo que puede a ella. Aquí
pueden influir muchos factores, como el tiempo que éste dispone para
estudiarlo, la dificultad de la materia etc. Pero, ¿y si la culpa de
que el susodicho diez sea inalcanzable, no la tiene el alumno sino el
profesor? Existe una variedad de profesores que tienen la misma
mentalidad en común. Todos ellos piensan que poner un diez es un
error, porque eso significaría que el alumno ha alcanzado un grado
de conocimiento sobre el tema en cuestión comparable al del mismo
profesor y por tanto se contradiría con la definición de relación
profesor/alumno.
No hace
falta decir que esta forma de pensar no tiene argumentos, ya que si
un alumno saca un diez en un examen hecho por su profesor, habrá
demostrado un perfecto manejo en la pequeña parte del tema que se le
pregunta y no tendría por qué tener el mismo nivel de conocimiento
que el profesor en el tema (debido a que en la mayoría de los casos,
el profesor tiene más años de experiencia aprendiendo sobre los
temas que el alumno está dando en ese momento).
El caso
es que se malinterpreta a veces el significado de sacar un diez.
Pero… ¿Acaso es fácil poner un diez (y cuando digo “diez” me
refiero a la máxima nota) a un alumno? La respuesta a esa pregunta
sería: Depende del calificador.
A raíz
de todo esto, pienso en ese alumno que estudia cantidades
industriales de historia, pensando sólo en sacar una nota alta para
que haga buena media con sus otras asignaturas, y no pensando en
aprender que al fin y al cabo es la finalidad principal del sistema
educativo. Pienso en ese alumno que, con esa mentalidad, se frustra
al no superar sus expectativas, por obtener una nota relativamente
baja en relación con sus niveles reales del conocimiento sobre el
tema y las horas de estudio.
En fin,
si es usted un profesor y estás leyendo esto, espero que haya
entendido que estoy indignado con el criterio de calificación de
algunos de ustedes y, por favor, si un alumno borda un examen con un
9.8, hagan el favor de ponerle un 10.
Daniel
Pator Barceló 2ºBachto A
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