Deshumanizando la educación
El sistema educativo actual se olvida que somos humanos.
Nos encierran en
escuelas desde los tres años, a los seis pasamos a primaria, nos
ceban a deberes por lo que, a partir de aquí, pasarán tardes
enteras matando a la creatividad, asfixiándola lentamente hasta oír
sus últimos latidos, pues el objetivo de nuestra educación parece
que solo es que salgamos al mercado laboral. Transcurren 6 años y
pasamos a la ESO que durará cuatro años. Esto es solo la educación
obligatoria, 13 años en total. Pero con esto, por supuesto, no vas a
ningún lado, ya que aunque la educación no sea obligatoria, sí
existe una obligación social.
Los años invertidos
en educación, por sí solos, claramente no tienen nada de malo.
El problema ocurre
porque toda esta educación no enseña en valores, se premia la
memoria y no la inteligencia, de la cual existen muchos tipos, pero
aquella que no pueda producir bienes económicos no es considerada
relevante. Pongamos por ejemplo que un niño no entiende las
matemáticas y no consigue buenos resultados en ellas y, sin embargo,
sí demuestra interés en el baile, pues en vez de meterle a clases
de refuerzo de matemáticas, tal vez sería más lógico reforzarlo en aquello que le gusta y tener en cuenta el gran potencial que tiene
como bailarín. Pues no, lamentablemente no es así porque bailar no
hace que crezca el PIB.
Y por otro lado, el
sistema educativo (también el laboral) nos encierra entre cuatro
paredes físicas siete horas diarias y el resto del tiempo, dichas
paredes se convierten en ficticias pero que atrapan de la misma
forma. No podemos viajar; no se nos permite descubrir el mundo en el
que hemos nacido. Las faltas de asistencia no nos lo permiten.
Tenemos vacaciones, claro. Si tienes suerte y no te toca estudiar en
ellas y, además, también hay que tener en cuenta que los costes en
temporada alta son infinitamente mayores. Horario y Rutina son
nuestras cadenas, vaya.
Creo que no parece
descabellado pensar que el sistema educativo actual nos limita. Nos
enseñan a memorizar y no a pensar por nosotros mismos. No se fomenta
el debate y se deja en segundo plano asignaturas tan importantes como
la filosofía, que desgraciadamente es enfocada de forma
completamente teórica.
Es muy importante la
enseñanza, pues solo mediante ella podremos alcanzar a ser
sociedades mejores. Sin embargo, esta enseñanza debe ser propuesta y
no impuesta, hay que crear un espíritu crítico al alumnado. El
maestro debe dejar de mostrarse como una figura poseedora de una
verdad absoluta y los alumnos han de tener en cuenta que ellos
también son capaces de elaborar sus propios juicios. Y esto también
se enseña, pues como dijo Ortega y Gasset: “siempre que enseñes,
enseña a la vez a dudar de lo que enseñas.”
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