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Maestro


No, ser profesor no es un trabajo cualquiera.
Cuando un profesor entra en un aula llena de mentes por formar, no puede simplemente lanzar toda esa información llena de tecnicismos que aprendió en la universidad para demostrar que sabe más que nadie en la clase. La idea que tenemos los alumnos del profesorado ya parte de la base de que saben más que nosotros a nivel de conocimientos; por lo que no, no necesitamos que demuestren nada de eso. Lo que necesitamos que muestren es que realmente sienten pasión por lo que están haciendo, de manera que nazca algún tipo de interés por nuestra parte.
El interés no nace de la información, sino de cómo nos la explican.
Si se concibe este trabajo como una forma cualquiera de ganarse la vida, es normal que no encontremos ninguna ilusión en las explicaciones; lo que pretenden no es que los alumnos se interesen por su materia. Y eso lo notamos.
Por muchas vueltas que le dé, se me hace imposible pensar que haya profesores que no sean conscientes de la importancia que tiene cada clase para nosotros. Alguna vez he llegado a pensar “voy a ser profesora para transmitirles a mis alumnos tanto como este profesor me ha transmitido a mí”, claro que también he querido ser profesora para no ser nunca como aquel profesor que llega a clase con aires de superioridad y sin mostrar ningún tipo de interés por las personas que, después de todo, son el futuro.
Nos gustan los profesores que se mueven, que alzan la voz, que hacen preguntas, que repiten tantas veces como hace falta, que nos dan oportunidades, que luchan, que tienen esperanza en nosotros, que se emocionan.
Dentro del contexto de enseñanza, la palabra “maestro” tiene, entre otras, dos acepciones: la primera se refiere a aquel que enseña en la etapa primaria y la segunda es un reconocimiento que se le otorga al profesor que merece ser honrado por su saber y su entrega.
Necesitamos maestros.

Begoña Contell Gonzalo 2º Bach. A

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