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Un edén como capital

Crónica de Silvia Serrano

“Ver Madrid en un día dicen algunos que es imposible, pero yo casi lo consigo. Estuvimos dos días en la capital. Llegamos a eso de las doce al hotel, dejamos nuestras maletas y nos llevaron cerca del Museo del Prado.
Teníamos dos horas para hacer lo que quisiéramos, pues teníamos que hacer tiempo hasta que abriesen el Museo del Prado. El tiempo corría en mi contra. Saqué el mapa que había pedido en el hotel y tracé una ruta turística para seguir cuando acabara de comer. Como lo que tenia más cerca era el Parque del Retiro, decidí ir a ver uno de los corazones verdes de Madrid.

Mientras comíamos, les iba comentando el “planning” que teníamos para el resto del día. Cuando acabamos de comer, pusimos la directa y nos encaminamos hacia nuestra primera parada: “La estatua del Angel caído”. Antes de llegar vimos los árboles plantados por las víctimas del 11M (en los que habían flores blancas como símbolo al décimo aniversario de la catástrofe). En este punto del recorrido se desprendió la mayor parte del grupo, quedándonos dos. Nos recorrimos todo el parque hasta llegar a la estatua y cuando nos quisimos dar cuenta ya había volado la mayor parte del tiempo, así que hicimos unas fotos y nos dirigimos al “Palacio de Cristal”. Seguidamente fuimos al famoso “Estanque del Retiro” y corriendo hacia el punto de encuentro.
El Museo del Prado es un lugar espectacular, mirases donde mirases había obras increíbles, tres plantas inmensas llenas de recovecos, los cuales no teníamos tiempo para descubrir. Se me presentó un problema: acabar de ver el museo o ir a ver Madrid... Elegí ver Madrid. En cambio, otros decidieron irse al hotel a descansar. Fueron pocos los que se quedaron para empaparse de arte.
Como era un mal día para ver la “Estación de Atocha” decidimos hacer un recorrido desde “La Puerta de Alcalá” hasta el hotel Príncipe Pío. Cuando llegamos a “La puerta del Sol” nos paramos a ver un espectáculo de magia callejera. Empezaba a anochecer, por lo que tuvimos que aligerar el paso. Una vez llegados al hotel dejamos a los que más cansados estaban y otros nos fuimos a ver la Gran Vía nocturna, una Nueva York en miniatura, toda llena de carteles de neón.

A la mañana siguiente, a las nueve bajamos a disfrutar del desayuno, después acabamos de
guardar el equipaje y nos fuimos a la Residencia de estudiantes. Cuando llegamos allí nos dieron una charla, en la que nos contaron cómo vivían allí los estudiantes y lo que íbamos a hacer. La verdad es que nos decepcionó a todos. Después de que nos lo pintasen tan bien, nos enseñaron un “museo” con cuatro cosas y una “habitación recreada” que pensábamos que la disfrutaríamos desde dentro, pero la vimos desde detrás de un frío cristal. Como íbamos de tiempo justo, nos subimos al bus y nos llevo al “Palacio Real”, que sería nuestro punto de encuentro, tras la media hora que teníamos para comer.
¡Menudo Palacio! Era in-cre-í-ble, no hay palabras para describirlo.

Muy poco tiempo, para una experiencia increíble.”
 
Silvia Serrano, 2º Bachilerato B

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