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REESCRITURA DE UN EPISODIO DEL LAZARILLO DE TORMES

 Una noche el ciego y yo empezamos a cenar y el muy avaro no me dejaba tomar más de una migaja de pan mientras yo me moría viendo tan cerca de mí ese plato tan suculento y esa enorme jarra de vino: mataba por ese dulce líquido rojo.
Para que el ciego no se diera cuenta de que yo le estaba robando el vino usaba una larga  paja con la que bebía a pequeños sorbos y me moría del gusto. Pero el muy astuto se dio cuenta de que le faltaba poco a poco más y más bebida, así que se ponía la jarra entre las rodillas, tápandola con las manos, impidiéndome disfrutar de ella, pero un día antes de la cena agujereé mínimamente la jarra y le  puse un tapón de cera, así cuando con ayuda del brasero de la mesa se derretía la cera y salía el vino por debajo de la jarra en forma de chorro, yo me ponía debajo de él y solo disfrutaba. Pero el ciego se dio cuenta de mi pecado y arrojó fuertemente la jarra contra mi cabeza dejándomela ensangrentada. Después me curó con vino y me dijo: "Ves, Lázaro, lo que te dañó ahora te sana las heridas"

Guillermo Oliván, 3º B (transcrito por Mahnoor Syeda, 2º ESO B)


Estaban el ciego y Lázaro parando a descansar. Entonces el amo sacó un racimo de uvas. Uva. Una fruta dulce, jugosa, apetitosa... Lázaro tenía hambre, muchísima hambre, y su amo había traído comida. Una comida que, seguramente, iba a ingerir lenta y placenteramente delante de Lázaro, sin ofrecerle una mísera parte. Pero, para sorpresa del niño, el amo le propuso un trato.
- Para asegurarnos de que ninguno de los dos come más ración que el otro, vamos a coger las uvas de una en una y turnándonos.
Así que empezaron a comer. Primero el amo, luego Lázaro, luego el amo otra vez.. Y así hasta que Lázaro se dio cuenta de que su amo estaba comiendo de dos en dos. Lázaro, en vez de decir nada o quejarse, decidió coger las uvas de tres en tres.
Cuando hubieron terminado el racimo, el amo le dijo a Lázaro:
- Has hecho trampas.
Lázaro, sorprendido, le preguntó la razón de tal acusación. A lo que el amo le contestó:
- He empezado a comer de dos en dos, te has dado cuenta, y no has dicho palabra ni te has quejado.

Begoña Contell, 3º B


Uno de los episodios que más me afectó, como sirviente del clérigo cruel que era mi amo, tuvo lugar durante varios dias. Desde que descubrí que el hombre tenía más comida de la que me daba a entender, metida dentro de un viejo y estropeado baúl.
Dándome cuenta de lo muchísimo que había adelgazado, ideé un plan de inmediato: cuando el hombre se fuese de casa, intentaría conseguir toda, o una muy pequeña parte de la comida que eataba dentro de esa cofre para calmar mi hambre.
Y resulta que Dios quiso que tuviese un poco de suerte, y puso en mi camino a un hombre que me proporcionó una llave (sin saber muy bien por qué) para que pudiese abrir el cofre y coger cuánto pudiese sin dejar pruebas a mi amo. Admito que esta astucia me resultó muy cara al final, pues yo seguí con mi plan, aunque mi amo me ponía más impedimentos cada vez que notaba, o pensaba , que los ratones comían la comida.

Al final, todo se descubrió, y lo peor es que mi amo llegó a la conclusión de que yo era el culpable. Previamente me había atacado y dejado inconsciente durante varios días.

Marina Rojano 3º ESO B


Pasado por Mahnoor  Syeda 2º ESO  B

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